Desilusión grande la de ayer en Sevilla. Mucha publicidad, fotografías, muchas entrevistas, tentaderos, camisas de flores, apuestas... todo se fue al traste, pues si no hay toro nada tiene importancia. Es lo que faltó ayer en Sevilla, TORO.
Rafael Cabrera los describe así: "Ni con lupa se podía encontrar a alguno de los toros, el cuajo por detrás, una culata rematada; y es que en el trapío importan más los cuartos traseros y la musculatura que el hecho de que los pitones sean más o menos largos o tocadas las cabezas. Alguno es que no tenía cuajo por ningún lado, anovillado por los cuatro costados. Sálvese de la quema el primero –por aquello de que nos pilló en frío- o el quinto, por suerte, desde luego -¿y porque se llamaba Portusuerte, quizá?-. Y ni con lupa se podrían encontrar las características que adornan a la famosa ganadería del paleto de Galapagar, casta, bravura en bastantes ocasiones, interés, complicaciones derivadas del juego, del incesante modo de embestir o de revolverse codiciosos."
Aparte me gustaría destacar la ausencia de la suerte de varas ayer, no se pico, excepto al primero, a los demás "ni pa un análisis" como dice Salva.
Si es verdad que vimos algún detalle, el recibo al primero de Morante, alguna verónica y una media del Cid de cartel de toros enrollándose toro y capote, las arrebatadas de Morante en el quito, el par de Curro Robles, pero esto no salva la pésima tarde de ayer, pues lo que da o quita a todo esto es que el ruedo este EL TORO, y ayer no fue así.
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