"Pero ojo. No todo fue admirable. También recuerdo las charlotadas, por ejemplo. Ignoro si todavía se celebran esos ruines espectáculos: payasos en el ruedo, enanos con traje de luces, torillos atormentados entre carcajadas infames de un público estúpido, irrespetuoso y cobarde. Nada recuerdo allí de mágico, ni de educativo. Quizá por eso, igual que hoy aprecio y respeto las corridas de toros, detesto con toda mi alma las sueltas de vaquillas, los toros embolados, de fuego, de la Vega o de donde sean, las fiestas populares donde un animal indefenso es torturado por la chusma que se cebaen él. Los toros no nacen para morir así. Nacen para morir matando, sipueden; no para verse atormentados, acuchillados por una turba de borrachos impunes. Un toro nace para pelear con la fuerza de su casta y su bravura,dando a todos, incluso a quien lo mata, una lección de vida y de coraje. Poreso es necesario que mueran toreros, de vez en cuando. Es la prueba, el contraste de ley. Si la muerte no jugase la partida de modo equitativo, el espectáculo taurino sería sólo un espectáculo; no el rito trágico y fascinante que permite al observador atento asomarse a los misterios extremos de la vida. Sólo eso justifica la muerte de un animal tan noble y hermoso. Ahí está, a mi juicio, la diferencia. Lo demás es folklore bestial, y es carnicería."
Ante lo coloreado arriba diré que, por lo menos en mi caso y creo que en el de muchos amigos, la afición por el TORO nace en los festejos taurinos populares.
Sr. Arturo, yo desde el balcón de mi abuela soy, como usted escribe "...el niño que aprendió a mirar. A ver cosas que de otro modo no habría visto. A valorar pronto ciertas palabras –valor, maneras, temple, dignidad, vergüenza torera, vida y muerte– como algo natural, consustancial a la existencia de hombres y animales."
Foto: ToroAlcarria
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